El porqué de Cuatro Semanas (parte II)

He de decir que desde que volví de pasar un año en Alemania, con la maravillosa experiencia del Erasmus, me sentía un poco intranquilo en España. Por una parte, aquella experiencia me había convencido de que tenía que vivir algún tiempo fuera de mi país, pero esta vez la vida real, trabajando. Sé que siempre acabaré volviendo a casa, pero éste era el momento de vivir la experiencia. Bien, si se daba la posibilidad (y me temo que se va a dar), estaría encantado de probar.

Pero lo que más me preocupaba, y sobre todo, peor me hacía sentir, era la situación anímica y social de mi país.

Es evidente que vivimos en una crisis. Una tremenda crisis económica (no voy a entrar a valorar de dónde surge, porque creo que todos lo sabemos). Bien, no encuentro trabajo, o si lo encuentro, es en unas condiciones de las que nos hubiéramos reído hace 10 años. Vale, no pasa nada. Acabo de terminar la carrera, soy joven, puedo “ir tirando” hasta abrirme camino. Pero lo que escuchaba en las entrevistas; las historias, similares a las mías, que me cuentan mis amigos; ver las noticias… No sabéis lo que es estar durante meses en un curso “del paro”, escuchando en cada descanso a 15 personas, muy válidas, con experiencia de varios años, más y mejor preparados que tú…lamentarse sobre su situación, sobre que se les acaba el subsidio de desempleo, no saben qué hacer, y tienen que volver a vivir a casa de sus padres. O quizá si lo sabéis.

Cuando encendía la televisión o la radio, o leía el periódico, me desesperaban las discusiones y la falta de capacidad, y sobre todo, de comprensión de “nuestros líderes”. Lo alejados que están de la gente que les ha elegido. Me siguen desesperando.

Pero lo más desesperante era ser conscientes de que había que hacer algo…y no hacíamos nada. ¿Qué es lo que nos pasa? ¿Es que nuestro futuro no nos pertenece? Y cuando hablo de nuestro futuro (o de nuestro destino, llamadlo como queráis) no me refiero solo a nuestro futuro individual, personal, sino a algo que me parece tanto o más importante: a nuestro futuro como sociedad.

En mi país hay 5 millones de personas sin trabajo, sufriendo para sobrevivir, y ¿no hacemos nada? Sabemos que nuestro dinero, nuestros recursos, se están utilizando para cosas que no queremos, que rechazamos, y en algunos casos, que son totalmente injustas, y ¿no hacemos nada?

Bien, a estas alturas pensaréis que me estoy metiendo en camisa de once varas, que no viene a cuento, y que qué me he creído. Si no os hartáis, confío en que de aquí a un par de párrafos habré sabido explicar a qué viene todo esto. O no.

Todo deriva en que la aparición del “movimiento 15-M”, o llámalo X, supuso para mí una inyección de ánimo y sobre todo, de esperanza. Asistiendo a las asambleas (con sus obvias limitaciones), a los grupos de trabajo, y sobre todo, participando en las discusiones en las plazas, con vecinos con quienes nunca antes había hablado, y que tenían tanto que decir o más que yo, por fin empecé a sentirme “ciudadano”. En toda la extensión de la palabra. Y es algo que necesitaba.

No se en qué quedará todo, si conseguiremos realizar los cambios que mucha gente en España queremos. Cosas sencillas pero básicas.

Lo importante es haber generado ese espíritu crítico, ese espíritu de participación ciudadana, esa conciencia de que no nos lo tienen que dar todo hecho. Es un comienzo.

Si para algo me sirvieron estas vivencias, fue para convencerme de que la crisis no es algo puntual, que vaya a pasar. Sirvió para convencerme de que el sistema, simplemente, no funciona. Y “la crisis” no es sino otro indicador de que las cosas no pueden seguir así. Y no digo que esto sea porque es injusto; porque hay grandes ricos porque existe gente muy pobre; porque nosotros nos hartamos mientras otros mueren de hambre. No, lo digo simplemente, porque no hay más margen. Punto. Este sistema no se sostiene.

Quienes me conocéis, sabéis que no soy para nada “extremista” o “antisistema”. No soy el paradigma de vida solidaria tampoco. Me gusta “vivir bien”, claro.

No digo que sepa lo que hay que hacer. No lo se. Pero estoy convencido de que hay que hacer algo. Algo diferente. Y hay que empezar ya.

¡Bien! Hemos llegado hasta aquí. Ya puedo retomar el origen de todo esto: el porqué de Cuatro Semanas.

Pues teniendo la oportunidad, no había dudas. Necesitaba llevar a cabo este proyecto. Necesitaba conocer cómo se vive en un país en el que no se vive tan bien como en España. O gente que no vive tan bien como yo, mejor dicho. Necesitaba entrar en contacto con la realidad.

En otra ocasión os hablaré sobre las conclusiones que voy sacando. Admito que tenía un poco de miedo. O de pereza quizá. Pero todo está siendo más fácil de lo que esperaba. Después de todo, la vida no es tan diferente aquí. La gente no es tan diferente. Porque también se me están cayendo muchos prejuicios absurdos que tenía. Y estoy descubriendo una realidad, la campesina, que no conocía ni de lejos. Una realidad que, además, me da de comer cada día.

Sabía que iba a ser una experiencia inolvidable ( y lo está siendo), que era ahora cuando tenía la oportunidad yhabía que aprovecharla;  y que, de paso, íbamos a darle un poco más de visibilidad a proyectos y situaciones que nos interesan. Nuestro pequeño granito de arena.

Y por qué no decirlo: si lo hacíamos bien, iba a ser una línea más en nuestro currículum. Una línea importante. Que todavía tenemos que encontrar la forma de ganarnos la vida…

Álvaro Alonso-Peraita

Deja un comentario